La imagen más popular de Johnny Appleseed es la de él yendo de aquí para allá por la frontera esparciendo semillas de manzano de forma aleatoria. Aunque esta imagen no se ajusta del todo a la realidad, es cierto que suyo fue el mérito de introducir durante el siglo XIX la manzana en muchas partes de Ohio, Indiana e Illinois. En su tiempo, se convirtió en un personaje popular y querido, además de por su generosidad por su modo de vida, más propio de un vagabundo que de un hombre de negocios.
Johnny Appleseed vino al mundo como John Chapman el 26 de setiembre de 1774, en Leominster, Massachusetts. Era el segundo hijo de Nathaniel Chapman y Elizabeth Simonds. Dos años después, en junio de 1776, Elizabeth dio a luz a su tercer hijo, pero un mes más tarde tanto ella, que ya estaba enferma, como el bebé murieron. Su padre estaba con las tropas de George Washington en Nueva York, así que unos familiares se hicieron cargo de Johnny y de su hermana, Elizabeth, hasta 1780, cuando su padre fue liberado de sus obligaciones militares y pudo regresar a casa.
Nathaniel, viudo, volvió a casarse, esta vez con Lucy Cooley, con la que tendría diez hijos más. La tradición cuenta que Nathaniel había perdido dos buenas granjas durante la Guerra de la Independencia. Sin embargo, no se tiene constancia de ello, por lo que lo más probable que es fuera un granjero más bien modesto. En cualquier caso, parece que el maestro de Johnny no fue él, sino un tal Mr. Crawford, que tenía manzanales, y del que Johnny fue aprendiz. Poco más se conoce de su infancia.
Parece ser que en 1792, con 18 años de edad, Johnny convenció a su hermanastro Nathaniel y a su hermana Emily para que le acompañaran en su viaje hacia el Oeste. Se sabe poco de estos años, Johnny trabajó en algunos viveros, pero parece que fueron años duros en los que Johnny y sus hermanos llevaron una vida errante la mayor parte del tiempo. En noviembre de 1797, pasó el invierno en Pensilvania. Al año siguiente, plantó el primero de sus viveros del que se tiene constancia escrita, comenzando así su negocio.
Su plan de negocios era sencillo, pero ingenioso. Johnny intentaba predecir donde se iban a asentar los pioneros, unos años antes de que llegaran. Entonces buscaba una buena parcela, plantaba sus semillas en ella y esperaba a que los colonos llegaran. Para cuando lo hacían, él ya tenía manzanos de dos o tres años de edad listos para vender, a 6 centavos la pieza.
Esta estrategia se convirtió en toda una rutina. En otoño, regresaba a Pensilvania a provisionarse de semillas y, en primavera, buscaba los lugares más adecuados para plantar sus viveros. Una vez plantados, los vallaba para protegerlos del ganado y marchaba. El verano lo dedicaba a reparar las cercas y a encontrar a algún lugareño para que atendiera los árboles. Una vez encontrado, Johnny ya podía continuar y comenzar el proceso en algún otro lugar.
Hacerse con la materia prima, las semillas, no era un problema. Johnny las obtenía gratis de las múltiples sidrerías que en aquellos tiempos abundaban por todos los pueblos fronterizos. De esta manera, las sidrerías se aseguraban una producción mayor de manzanas y así más negocio. En la frontera, la sidra y el brandy de manzana eran bebidas tan populares que la mayor parte de la cosecha de manzanas se dedicaba a la producción de estas bebidas y no al consumo directo.
Johnny pedía a sus “empleados” que vendieran los manzanos a crédito, pero habitualmente también aceptaban comida o ropa a cambio, que después repartía entre los más necesitados. En los casos en que los vendía a crédito, tampoco presionaba para que los compradores cumplieran con los pagos.
En muchas ocasiones, se ha criticado el método empleado por Johnny Appleseed para “producir” sus manzanos. Si bien, el procedimiento más habitual y productivo para plantar un manzano es el del injerto, Appleseed veía esta técnica como una manera “artificial” de mejorar los manzanos. Él, sin embargo, prefería el método que consideraba más natural: seleccionar buenas semillas, escoger una buena parcela y plantarlas, dejando en manos de Dios la posibilidad de mejorar las manzanas. Además, el método “Appleseed” también tenía otras ventajas prácticas: transportar esquejes desde la Costa Este hubiera supuesto una complicación mucho mayor que transportar sólo semillas. En cualquier caso, gracias a Johnny se puede decir que casi no había ninguna granja en Ohio que no tuviera su propio manzanal.
Johnny Appleseed no fue el primero en plantar viveros, pero su idea de vagar por la frontera anticipándose a la llegada de los colonos fue lo que lo hizo único. Aunque fuera a costa de tener que renunciar a tener un hogar fijo y pasar la mayoría de su vida viajando solo. Lo más cerca que estuvo de tener uno fue durante la década de 1820, cuando pasó un tiempo viviendo con su hermanastra y su familia. Cuando le preguntaban por qué no se casaba, respondía que no se casaría en este mundo, pero tendría una esposa pura en el otro. Aunque esta no es la única explicación, sino que existen varias historias contradictorias sobre Johnny y las mujeres.
Unos dicen que en realidad su viaje hacia al sur fue una huida de una antigua novia de Massachusetts. Otros cuentan que llegó a un acuerdo con una familia de colonos para que criaran a su hija de 10 años para que fuera su esposa. La relación, sin embargo, acabó cuando Johnny pilló a la chica flirteando con un chico de su edad. Por último, también se cuenta que hizo proposiciones de matrimonio a una señorita de Perrysville, sin embargo, su proposición llegó tarde, justamente un día después de que la chica hubiera aceptado otra.
Johnny era una persona generosa con aquellos que lo necesitaban y siempre estaba dispuesto a echarles una mano. Por lo que en seguida se convirtió en un personaje conocido y estimado en la región. Existen testimonios de colonos que le dieron cobijo en sus cabañas a cambio de sus semillas. Poco a poco, leyenda y realidad comenzaron a mezclarse y Johnny se fue convirtiendo en toda una celebridad.
Era de media altura, delgado y con las extremidades muy largas. A causa de este aspecto, algunos han especulado con la posibilidad que sufriera el Síndrome de Marfan, aunque por la larga vida que tuvo parece poco probable. Su pelo era negro y le llegaba hasta los hombros, y sus ojos azules y brillantes. Solía vestir con un saco de café con agujeros para los brazos y las piernas. La ropa mejor siempre la daba a alguien que la necesitara más que él. Solía ir descalzo y llevaba un cazo como sombrero, que también le servía para cocinar –aunque parece que esto último es sólo parte de su leyenda–.
Este peculiar atuendo le confería una apariencia más propia de un loco que de un gran emprendedor. Sin embargo, nadie lo describe como repulsivo y son muchos los testimonios que consideraron todo un honor haberlo tenido como invitado. Su estilo de vida era muy sencillo y totalmente contrario al modo de vida habitual en la frontera. Un hombre vegetariano que huía de ciudades y asentamientos.
La mayoría de colonos veía la naturaleza como algo que tenía que ser domesticado, sin embargo, para Appleseed el objetivo era alcanzar un estado de harmonía con ella. Iba descalzo, prescindiendo de esa capa protectora y aislante que simbolizaban los zapatos. Creía que era cruel montar un caballo, talar un árbol o matar una serpiente. Los colonos consideraban estas actitudes como ridículas, incluso extravagantes, pero, en el fondo, divertidas.
Johnny, además, era amigo de los indios, con los que compartía sus plantas medicinales. Estos, en agradecimiento, le trataban de manera amable y le ayudaban en su camino. Johnny culpaba de la mayor parte de la violencia que existía en la frontera al maltrato que daban los colonos a los indios.
Cuando estaba con una familia, solía darles sermones sobre pasajes de la Biblia a los que añadía sus propias ideas inspiradas por los escritos del teólogo sueco Emanuel Swedenborg. Swedenborg, además de teólogo, fue un prolífico científico e inventor que gozaba de un gran prestigio. Su vida experimentó una transición de lo científico hacia lo místico después de una serie de revelaciones en las que Jesucristo se presentó en su casa de Londres y le encomendó la misión de reconducir la religión y la interpretación de las escrituras cristianas.
Basándose en los escritos de Swedenborg, surgió el movimiento de la “Nueva Iglesia” , del que Johnny era seguidor. Las ideas de Swedenborg no eran sencillas, pero Johnny no tenía ninguna dificultad en comprenderlas . Gracias en parte a sus esfuerzos como sembrador de la palabra de Dios, aparecieron en Ohio varias comunidades seguidoras de las ideas de Swedenborg.
Después de la Guerra de 1812 con los indios, la colonización de Ohio se reanudó. Para entonces, Johnny ya contaba con viveros por todo Ohio y se convirtió en una especie de vendedor de manzanos a domicilio. Durante esta época, también, comenzó a arrendar en condiciones muy ventajosas algunos de sus solares para que se construyeran escuelas. Sin embargo, la depresión económica en la que se sumió el país durante la década de 1820 le hizo perder gran parte de ellos.
Durante esta época, consciente de que la frontera se comenzaba a desplazar hacia el oeste, Appleseed comenzó a explorar la parte noroeste de Ohio, que hasta entonces había sido una zona reservada para los indios. A comienzos de la década de 1830, cuando comenzó a recuperarse de las dificultades que le supuso la depresión económica de la anterior década, Johnny comenzó a comprar más parcelas y solares, y llegó a contar con una multitud de viveros desde el oeste de Pensilvania, Ohio e Indiana. Aunque, otra vez, la situación económica del país, en este caso, el Pánico de 1837, volvió a reducir sus posesiones y los márgenes de su negocio. Los árboles pasaron a venderse por 2 o 3 céntimos, la mitad de los 6 que antes solía cobrar.
A finales de esta década, Appleseed pasaba la mayor parte del año cuidando de sus negocios en Indiana y sólo volvía de tanto en tanto a Ohio. Fue, precisamente, en Indiana, cerca de Fort Wayne, donde un día de marzo de 1845 murió, muy probablemente a causa de una neumonía. Tenía 70 años de edad y, pese a todo lo que había dado y compartido, dejó casi 500 hectáreas de viveros a su hermana. Además de varios manzanales con más de 15.000 árboles. Aunque podría haber dejado mucho más de haber llevado las cuentas de una manera más ordenada. Por ejemplo, de haber conservado la escritura, no hubiera perdido un solar de más de 500.000 metros cuadrados en la ciudad de Mohican (Ohio).
Después de su muerte, su leyenda no hizo más que crecer y su imagen fue evolucionando desde la de un pionero e innovador hortelano a la de una especie de santo patrón de la horticultura. Un personaje de contrastes. Un hombre de la frontera, pero a su vez humanitario. Una persona profundamente religiosa, pero que no renunciaba a la bebida ni al tabaco. Un hombre que ayudó a extender por la frontera su religión, pero también la bebida. Un amigo de los indios, pero que formaba parte de todo el movimiento que ayudaría a destruirlos.
Fuente: http://www.cabovolo.com/2010/05/johnny-appleseed-ohio-manzanos.html
Johnny Appleseed vino al mundo como John Chapman el 26 de setiembre de 1774, en Leominster, Massachusetts. Era el segundo hijo de Nathaniel Chapman y Elizabeth Simonds. Dos años después, en junio de 1776, Elizabeth dio a luz a su tercer hijo, pero un mes más tarde tanto ella, que ya estaba enferma, como el bebé murieron. Su padre estaba con las tropas de George Washington en Nueva York, así que unos familiares se hicieron cargo de Johnny y de su hermana, Elizabeth, hasta 1780, cuando su padre fue liberado de sus obligaciones militares y pudo regresar a casa.
Nathaniel, viudo, volvió a casarse, esta vez con Lucy Cooley, con la que tendría diez hijos más. La tradición cuenta que Nathaniel había perdido dos buenas granjas durante la Guerra de la Independencia. Sin embargo, no se tiene constancia de ello, por lo que lo más probable que es fuera un granjero más bien modesto. En cualquier caso, parece que el maestro de Johnny no fue él, sino un tal Mr. Crawford, que tenía manzanales, y del que Johnny fue aprendiz. Poco más se conoce de su infancia.
Parece ser que en 1792, con 18 años de edad, Johnny convenció a su hermanastro Nathaniel y a su hermana Emily para que le acompañaran en su viaje hacia el Oeste. Se sabe poco de estos años, Johnny trabajó en algunos viveros, pero parece que fueron años duros en los que Johnny y sus hermanos llevaron una vida errante la mayor parte del tiempo. En noviembre de 1797, pasó el invierno en Pensilvania. Al año siguiente, plantó el primero de sus viveros del que se tiene constancia escrita, comenzando así su negocio.
Su plan de negocios era sencillo, pero ingenioso. Johnny intentaba predecir donde se iban a asentar los pioneros, unos años antes de que llegaran. Entonces buscaba una buena parcela, plantaba sus semillas en ella y esperaba a que los colonos llegaran. Para cuando lo hacían, él ya tenía manzanos de dos o tres años de edad listos para vender, a 6 centavos la pieza.
Esta estrategia se convirtió en toda una rutina. En otoño, regresaba a Pensilvania a provisionarse de semillas y, en primavera, buscaba los lugares más adecuados para plantar sus viveros. Una vez plantados, los vallaba para protegerlos del ganado y marchaba. El verano lo dedicaba a reparar las cercas y a encontrar a algún lugareño para que atendiera los árboles. Una vez encontrado, Johnny ya podía continuar y comenzar el proceso en algún otro lugar.
Hacerse con la materia prima, las semillas, no era un problema. Johnny las obtenía gratis de las múltiples sidrerías que en aquellos tiempos abundaban por todos los pueblos fronterizos. De esta manera, las sidrerías se aseguraban una producción mayor de manzanas y así más negocio. En la frontera, la sidra y el brandy de manzana eran bebidas tan populares que la mayor parte de la cosecha de manzanas se dedicaba a la producción de estas bebidas y no al consumo directo.
Johnny pedía a sus “empleados” que vendieran los manzanos a crédito, pero habitualmente también aceptaban comida o ropa a cambio, que después repartía entre los más necesitados. En los casos en que los vendía a crédito, tampoco presionaba para que los compradores cumplieran con los pagos.
En muchas ocasiones, se ha criticado el método empleado por Johnny Appleseed para “producir” sus manzanos. Si bien, el procedimiento más habitual y productivo para plantar un manzano es el del injerto, Appleseed veía esta técnica como una manera “artificial” de mejorar los manzanos. Él, sin embargo, prefería el método que consideraba más natural: seleccionar buenas semillas, escoger una buena parcela y plantarlas, dejando en manos de Dios la posibilidad de mejorar las manzanas. Además, el método “Appleseed” también tenía otras ventajas prácticas: transportar esquejes desde la Costa Este hubiera supuesto una complicación mucho mayor que transportar sólo semillas. En cualquier caso, gracias a Johnny se puede decir que casi no había ninguna granja en Ohio que no tuviera su propio manzanal.
Johnny Appleseed no fue el primero en plantar viveros, pero su idea de vagar por la frontera anticipándose a la llegada de los colonos fue lo que lo hizo único. Aunque fuera a costa de tener que renunciar a tener un hogar fijo y pasar la mayoría de su vida viajando solo. Lo más cerca que estuvo de tener uno fue durante la década de 1820, cuando pasó un tiempo viviendo con su hermanastra y su familia. Cuando le preguntaban por qué no se casaba, respondía que no se casaría en este mundo, pero tendría una esposa pura en el otro. Aunque esta no es la única explicación, sino que existen varias historias contradictorias sobre Johnny y las mujeres.
Unos dicen que en realidad su viaje hacia al sur fue una huida de una antigua novia de Massachusetts. Otros cuentan que llegó a un acuerdo con una familia de colonos para que criaran a su hija de 10 años para que fuera su esposa. La relación, sin embargo, acabó cuando Johnny pilló a la chica flirteando con un chico de su edad. Por último, también se cuenta que hizo proposiciones de matrimonio a una señorita de Perrysville, sin embargo, su proposición llegó tarde, justamente un día después de que la chica hubiera aceptado otra.
Johnny era una persona generosa con aquellos que lo necesitaban y siempre estaba dispuesto a echarles una mano. Por lo que en seguida se convirtió en un personaje conocido y estimado en la región. Existen testimonios de colonos que le dieron cobijo en sus cabañas a cambio de sus semillas. Poco a poco, leyenda y realidad comenzaron a mezclarse y Johnny se fue convirtiendo en toda una celebridad.
Era de media altura, delgado y con las extremidades muy largas. A causa de este aspecto, algunos han especulado con la posibilidad que sufriera el Síndrome de Marfan, aunque por la larga vida que tuvo parece poco probable. Su pelo era negro y le llegaba hasta los hombros, y sus ojos azules y brillantes. Solía vestir con un saco de café con agujeros para los brazos y las piernas. La ropa mejor siempre la daba a alguien que la necesitara más que él. Solía ir descalzo y llevaba un cazo como sombrero, que también le servía para cocinar –aunque parece que esto último es sólo parte de su leyenda–.
Este peculiar atuendo le confería una apariencia más propia de un loco que de un gran emprendedor. Sin embargo, nadie lo describe como repulsivo y son muchos los testimonios que consideraron todo un honor haberlo tenido como invitado. Su estilo de vida era muy sencillo y totalmente contrario al modo de vida habitual en la frontera. Un hombre vegetariano que huía de ciudades y asentamientos.
La mayoría de colonos veía la naturaleza como algo que tenía que ser domesticado, sin embargo, para Appleseed el objetivo era alcanzar un estado de harmonía con ella. Iba descalzo, prescindiendo de esa capa protectora y aislante que simbolizaban los zapatos. Creía que era cruel montar un caballo, talar un árbol o matar una serpiente. Los colonos consideraban estas actitudes como ridículas, incluso extravagantes, pero, en el fondo, divertidas.
Johnny, además, era amigo de los indios, con los que compartía sus plantas medicinales. Estos, en agradecimiento, le trataban de manera amable y le ayudaban en su camino. Johnny culpaba de la mayor parte de la violencia que existía en la frontera al maltrato que daban los colonos a los indios.
Cuando estaba con una familia, solía darles sermones sobre pasajes de la Biblia a los que añadía sus propias ideas inspiradas por los escritos del teólogo sueco Emanuel Swedenborg. Swedenborg, además de teólogo, fue un prolífico científico e inventor que gozaba de un gran prestigio. Su vida experimentó una transición de lo científico hacia lo místico después de una serie de revelaciones en las que Jesucristo se presentó en su casa de Londres y le encomendó la misión de reconducir la religión y la interpretación de las escrituras cristianas.
Basándose en los escritos de Swedenborg, surgió el movimiento de la “Nueva Iglesia” , del que Johnny era seguidor. Las ideas de Swedenborg no eran sencillas, pero Johnny no tenía ninguna dificultad en comprenderlas . Gracias en parte a sus esfuerzos como sembrador de la palabra de Dios, aparecieron en Ohio varias comunidades seguidoras de las ideas de Swedenborg.
Después de la Guerra de 1812 con los indios, la colonización de Ohio se reanudó. Para entonces, Johnny ya contaba con viveros por todo Ohio y se convirtió en una especie de vendedor de manzanos a domicilio. Durante esta época, también, comenzó a arrendar en condiciones muy ventajosas algunos de sus solares para que se construyeran escuelas. Sin embargo, la depresión económica en la que se sumió el país durante la década de 1820 le hizo perder gran parte de ellos.
Durante esta época, consciente de que la frontera se comenzaba a desplazar hacia el oeste, Appleseed comenzó a explorar la parte noroeste de Ohio, que hasta entonces había sido una zona reservada para los indios. A comienzos de la década de 1830, cuando comenzó a recuperarse de las dificultades que le supuso la depresión económica de la anterior década, Johnny comenzó a comprar más parcelas y solares, y llegó a contar con una multitud de viveros desde el oeste de Pensilvania, Ohio e Indiana. Aunque, otra vez, la situación económica del país, en este caso, el Pánico de 1837, volvió a reducir sus posesiones y los márgenes de su negocio. Los árboles pasaron a venderse por 2 o 3 céntimos, la mitad de los 6 que antes solía cobrar.
A finales de esta década, Appleseed pasaba la mayor parte del año cuidando de sus negocios en Indiana y sólo volvía de tanto en tanto a Ohio. Fue, precisamente, en Indiana, cerca de Fort Wayne, donde un día de marzo de 1845 murió, muy probablemente a causa de una neumonía. Tenía 70 años de edad y, pese a todo lo que había dado y compartido, dejó casi 500 hectáreas de viveros a su hermana. Además de varios manzanales con más de 15.000 árboles. Aunque podría haber dejado mucho más de haber llevado las cuentas de una manera más ordenada. Por ejemplo, de haber conservado la escritura, no hubiera perdido un solar de más de 500.000 metros cuadrados en la ciudad de Mohican (Ohio).
Después de su muerte, su leyenda no hizo más que crecer y su imagen fue evolucionando desde la de un pionero e innovador hortelano a la de una especie de santo patrón de la horticultura. Un personaje de contrastes. Un hombre de la frontera, pero a su vez humanitario. Una persona profundamente religiosa, pero que no renunciaba a la bebida ni al tabaco. Un hombre que ayudó a extender por la frontera su religión, pero también la bebida. Un amigo de los indios, pero que formaba parte de todo el movimiento que ayudaría a destruirlos.
Fuente: http://www.cabovolo.com/2010/05/johnny-appleseed-ohio-manzanos.html
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