Cumplió con la norma básica del artista maldito. John Martyn murió en enero del 2009 a una edad impropia, 60 años. Junto a Sandy Denny, Richard Thompson y algún otro, pertenecía al círculo de los renovadores del folk inglés, quienes ensancharon los límites del género llevándolo hasta donde sus antecesores no hubieran soñado. John Martyn era reacio a dejarse ver en demasía aun cuando, en su país, podía reunir una considerable cantidad de público en sus apariciones. Nada se dice de sus actuaciones en nuestro país, donde actuó de tapadillo y en condiciones escasamente higiénicas.
Desarrolló una forma de cantar inspirada en el timbre del saxo tenor
Martyn parecía estar orgulloso de su condición de músico de culto, bien es cierto que podía presumir de tener los mejores amigos. Como Eric Clapton, que le llamó para participar en su disco Slowhands. O Lee Scratch Perry, el errático y no menos extravagante productor de reggae. Martyn y Perry compartieron mesa y mantel en la casa-estudio del jamaicano, de donde resultó la extraordinaria Big Muff (incluida en One World, de 1977).
Lo más cerca que estuvo del éxito fue en el año 1973, con Solid Air, dedicada a su amigo Nick Drave, quien aparecería muerto por sobredosis al año siguiente. Para entonces, Martyn había iniciado su colaboración con el contrabajista de jazz Danny Thompson, quien se convirtió en su acompañante de cámara. Con él desarrolló una forma de cantar alucinada que tomaba su inspiración en el timbre del saxo tenor. Martyn, un formidable y muy personal guitarrista por sí mismo, no fue un cantautor de este mundo, ni por lo que contaba en sus canciones ni por la forma en que lo hacía. Quienes le conocieron aseguran que su divorcio, a finales de los setenta, alteró su débil equilibrio psíquico. Martyn, que nunca siguió una carrera profesional demasiado lineal, "apretó el botón de la autodestrucción". Fruto de ello fue el álbum Grace and danger, que su autor siempre consideró el mejor de su carrera, y su compañía guardó durante un año en el cajón de los "proyectos demasiado perturbadores para ver la luz". En dicho álbum, el cantautor volvió a contar con la ayuda de uno de sus amigos, el baterista y cantante Phil Collins. Su carrera posterior fue un continuo ir y venir entre compañías discográficas motivado, en parte, por su carácter cambiante y sus costumbres no muy saludables.
Convertido en un clásico a su pesar, Martyn acertó a continuar por la línea de la heterodoxia en álbumes como The Church With One Bell (1998) en el que versioneó a Billie Holiday, Elmore James, Ben Harper y Portishead. Para entonces, su salud comenzó a dar las primeras señales de alarma. En el 2003 le fue amputada una pierna a consecuencia de un quiste.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/John/Martyn/leyenda/folk-blues/ingles/elpepinec/20090130elpepinec_1/Tes
Desarrolló una forma de cantar inspirada en el timbre del saxo tenor
Martyn parecía estar orgulloso de su condición de músico de culto, bien es cierto que podía presumir de tener los mejores amigos. Como Eric Clapton, que le llamó para participar en su disco Slowhands. O Lee Scratch Perry, el errático y no menos extravagante productor de reggae. Martyn y Perry compartieron mesa y mantel en la casa-estudio del jamaicano, de donde resultó la extraordinaria Big Muff (incluida en One World, de 1977).
Lo más cerca que estuvo del éxito fue en el año 1973, con Solid Air, dedicada a su amigo Nick Drave, quien aparecería muerto por sobredosis al año siguiente. Para entonces, Martyn había iniciado su colaboración con el contrabajista de jazz Danny Thompson, quien se convirtió en su acompañante de cámara. Con él desarrolló una forma de cantar alucinada que tomaba su inspiración en el timbre del saxo tenor. Martyn, un formidable y muy personal guitarrista por sí mismo, no fue un cantautor de este mundo, ni por lo que contaba en sus canciones ni por la forma en que lo hacía. Quienes le conocieron aseguran que su divorcio, a finales de los setenta, alteró su débil equilibrio psíquico. Martyn, que nunca siguió una carrera profesional demasiado lineal, "apretó el botón de la autodestrucción". Fruto de ello fue el álbum Grace and danger, que su autor siempre consideró el mejor de su carrera, y su compañía guardó durante un año en el cajón de los "proyectos demasiado perturbadores para ver la luz". En dicho álbum, el cantautor volvió a contar con la ayuda de uno de sus amigos, el baterista y cantante Phil Collins. Su carrera posterior fue un continuo ir y venir entre compañías discográficas motivado, en parte, por su carácter cambiante y sus costumbres no muy saludables.
Convertido en un clásico a su pesar, Martyn acertó a continuar por la línea de la heterodoxia en álbumes como The Church With One Bell (1998) en el que versioneó a Billie Holiday, Elmore James, Ben Harper y Portishead. Para entonces, su salud comenzó a dar las primeras señales de alarma. En el 2003 le fue amputada una pierna a consecuencia de un quiste.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/John/Martyn/leyenda/folk-blues/ingles/elpepinec/20090130elpepinec_1/Tes
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