Philip Roth, un escritor polémico por Hinde Pomeraniec .

Nadie diría que el resentimiento es buen consejero a la hora de impartir justicia. Días atrás, el estadounidense Philip Roth, para muchos uno de los más grandes escritores vivos, fue premiado con el Man Booker International, un prestigioso galardón con el que los británicos distinguen la obra completa de un autor. El premio en sí no fue una sorpresa, aunque vino acompañado de una suerte de modesto escándalo. En el mismo momento del anuncio, Carmen Callil, miembro del jurado, decidió renunciar con frases altisonantes, asegurando que Roth es un "emperador desnudo" que hace años "escribe lo mismo", que su obra es "como si se te sentaran en la cara y no te dejaran respirar" y que "en 20 años nadie se va a acordar de sus libros".
Hasta ahí, chimento y comidilla para las páginas de Cultura. Buceando un poco, es posible encontrarse con que la señora Callil, una reconocida feminista, fue quien editó en los años 90 las memorias de la británica Claire Bloom, quien fue esposa de Philip Roth durante 15 años, una actriz de cine y teatro que inició su carrera con Charles Chaplin en Candilejas y compitió en belleza durante décadas con Liz Taylor: si hasta tuvo un romance con Richard Burton, aunque nunca logró llegar a los talones del divismo de la mujer de los ojos color violeta.
Las memorias de Bloom ( Leaving a Doll's House ), en 1996, fueron un regalo ácido, una flecha envenenada al corazón mismo de un matrimonio infeliz. Dolorida e indignada por su mala experiencia de pareja, en su libro Bloom desgrana cataratas de rencor hacia Roth, lo acusa de maltrato psicológico, lo define como un tacaño crónico y lo describe como un narcisista cruel y misógino; un ser detestable y egoísta para quien no existe nada que no sean él mismo y su obra. Bloom no ahorra detalles ni miserias, sobre todo en el regodeo con que cuenta la pelea económica con el escritor y la travesía depresiva de Roth, quien luego de una tortuosa convalecencia por una cirugía de rodilla debió permanecer internado un tiempo en un neuropsiquiátrico por no poder consigo mismo ni con su padecimiento.
El libro de Bloom editado por Callil tuvo su modesta fama y sigue siendo consultado por los buscadores de trapos sucios de la literatura. La esperada respuesta de Roth al látigo de su ex mujer llegó en forma de novela, en 1999. Fue una pequeña venganza servida en plato frío y en el mejor tono que se le conoce como escritor. Se llama Me casé con un comunista y tiene a Nathan Zukerman (personaje álter ego de Roth) como el hombre que va hilando diversas historias, entre ellas la del comunista Ira Ringold, un locutor de radio que luego de ser denunciado en un libro por su mujer, Eve Frame (alguna vez una conocida actriz de cine mudo), termina en las listas negras del senador McCarthy en el cenit de la Guerra Fría.
No hay que ser brillante para leer cómo según Roth -verdadero buceador en las profundidades del espíritu estadounidense- las revelaciones de Bloom sólo pueden asociarse a uno de los peores momentos de su país y su sociedad, una caza de brujas manipulada por seres pequeños que se regodean en su inmensa capacidad para hacer daño.
Roth es un hombre acostumbrado a la polémica desde sus primeros libros. Casi podría decirse que la comunidad judía recién ahora, en la vejez, lo considera uno de sus autores mimados, luego de años de recelos por las críticas del escritor tanto a Israel como a cuestiones intrínsecas de la cultura judía. Pero hay más. Pese a ser un autor reconocido tanto por el público como por la crítica y creador de una obra en la cual los dilemas morales están en el centro de la historia, las acusaciones de misoginia -igual que la caracterización de sexópata- acompañaron siempre a Roth, un hombre algo despreciativo -por decir lo menos- con el género femenino tanto por ciertos episodios de su vida privada como por algunos de sus relatos y también por declaraciones hirientes como la que sigue, emitida durante una entrevista con The New Yorker , cuando se le preguntó simplemente cuál era su horario favorito para escribir: "Habitualmente escribo durante el día, pero si quiero volver al estudio a la noche, luego de la cena, no tengo por qué quedarme sentado en el living sólo porque otra persona estuvo sola todo el día", vomitó Roth.
La señora Callil se retiró del jurado del Man Booker algo tarde; desde el vamos sabía que Roth estaba en la lista de los doce candidatos y debió advertir que estaba impedida de juzgar con imparcialidad. Naturalmente, tiene todo el derecho de despreciarlo, pero debió ser sincera y no travestir de argumentos literarios lo que es a las claras un manojo de sentimientos personales.
Pertenezco a esa raza de lectores que creen que Roth es uno de los grandes: sigo sin saber si su obra mayor es Pastoral americana o La mancha humana , disfruto con cada novela suya nueva y vivo con absoluto regocijo saber que aún me quedan varios de sus viejos libros sin leer. Entre las pequeñas glorias que guarda mi biblioteca hay una edición en tapa dura de Indignation autografiada para mí a pedido de mi amiga Matilde Sánchez, quien lo entrevistó años atrás en Nueva York. Siento por el escritor verdadera admiración literaria, aunque seguramente no sería su amiga ni me gustaría tenerlo de pariente. No me gustan los hombres que desprecian a las mujeres, pero -lo sabemos- una cosa es la literatura y otra, muy diferente, la vida.
La señora Callil parece no haber tenido en cuenta esta sutil aunque elemental distinción.
© La Nacion
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1377548-philip-roth-un-escritor-polemico

Comentarios