Ernest Kappy la tesis Organológica de la técnica

A pesar de que la técnica ha sido tema para la filosofía casi desde sus comienzos, fue necesario que transcurrieran más de dos mil años de tradición filosófica, para que ella consiguiera jugar un papel protagónico y reclamara su propio espacio en el pensamiento. Desde los albores del pensamiento filosófico ha tenido cabida en la reflexión, pero siempre de manera soslayada. Ya Platón había hablado acerca de la técnica, como también Aristóteles, no siendo ni los primeros ni los últimos. En este aspecto se suela citar el mito de Prometeo como una de las primeras alusiones a la técnica y la reflexión en torno a ella en la literatura.
Frente a esta constante despreocupación por la reflexión exclusiva de la técnica en la historia del pensamiento occidental, sobresale la figura del ingeniero y geografo alemán Ernest Kapp (1808-1896), quién otorgó su lugar propio a la reflexión acerca del fenómeno técnico, acuñando en 1877 la expresión filosofía de la técnica (o de la tecnología)1, la cual forma parte del título de su principal obra Líneas fundamentales de una filosofía de la técnica. Acerca de la historia del surgimiento de la cultura desde nuevos puntos de vista2. En sus planteamientos Kapp señala, que en griego la palabra órganon hacía referencia a un miembro corporal, su imagen, el instrumento y luego incluso el material con que había sido fabricado. Luego, Kapp continúa reflexionando acerca del concepto en cuestión, esta vez en lengua alemana, expresando que en dicha idioma se habla indistintamente de órgano e instrumento, en el sentido fisiológico. Afirma que “No cabe una distinción precisa entre el órgano de la fisiología y el instrumento de la técnica” (Kapp 1978, p.1) Y al igual que Aristóteles, sostiene que “la mano es el órgano por antonomasia”, afirmación que también comparte Tomás de Aquino. Kapp basa su afirmación en el triple carácter que, según él, posee la mano. Esta tríada es a saber:
  • Es la herramienta innata del hombre, en tanto que es en primera instancia lo que nos permite transformar el medio.
  • Es modelo de las herramientas mecánicas, puesto que las herramientas para Kapp son una proyección de los órganos (lo cual se ha llamado, la tesis organológica)
  • Interviene esencialmente en la construcción de dichas reproducciones, siendo de este modo, la fuente de todo lo artificial.
La mano es esencial tanto para Aristóteles, como para Kapp, en tanto que de ella procede todo el proceso de manu-factura en general y todo lo artificial (Cf. García de la Huerta, 1990, 53), centrándose en su polifuncionalidad.
Para el ingeniero alemán en cuestión, las herramientas primitivas son desarrolladas a imagen y semejanza de los distintos órganos del cuerpo, por ejemplo, el martillo reemplaza a la mano empuñada, uniendo un trozo de madera a una roca, el cuchillo reemplaza a la garra. Esta proyección realizada en las herramientas sería en un primer momento inconsciente. A medida que se produce el desarrollo de la herramienta, esta cada vez más, nos va haciendo conscientes de su origen. El actuar técnico es consciente e intencionado, debido a lo cual tiene metas y fines, consta de un sentido y orientación determinada, lo que es inconciente y no intencionado es el hecho de que el artefacto esté inspirado en lo orgánico. Una vez que la herramienta está creada, es cuando nos damos cuenta de que fue inspirada por algún órgano (el puño en el caso del martillo). Kapp afirma que
“El trabajo consciente de la técnica puede, por consiguiente, relucir tan deslumbrante como quiera en primer plano: ¡no por ello deja de ser el reflejo de la profundidad del inconsciente!” (Kapp, Op. cit., 4).
Así, la historia del desarrollo técnico se vuelve análoga con la historia del desarrollo de la autoconciencia, en la medida que los artefactos que creamos nos permiten discernir como está compuesto nuestro intelecto y nuestras afecciones. Las manifestaciones factuales develarían nuestra interioridad (Cf. Kapp, op cit. 6)
La relación establecida entre actividad técnica y actividad vital, se hace necesaria, puesto que, tanto el hombre como los animales, deben hacer frente a amenazas externas, pero el hombre, a pesar de no poseer grandes dotes físicos para tal fin, de igual manera lo ha logrado, y mejor que los animales, todo gracias a su capacidad técnica-inventiva (Cf. García de la Huerta, 1990, 58). Esta capacidad ha facilitado, e incluso permitido al ser humano, hacerle frente a los desafíos que el medio en el cual habita le impone.

Esta tesis organológica plantea la existencia de un desarrollo de las herramientas, el cual se encuentra intrínsecamente relacionado con los materiales. Así, el desarrollo o progreso de la técnica, es en cierto modo, el de los materiales3. La técnica es pensada como continuación o prolongación de la creación natural, aunque con medios muy distintos que aquella, es por ello que sus resultados distan de los que la naturaleza produce, se genera la dicotomía natural/artificial. La relación entre lo orgánico y lo artefactual está siempre presente, en la máquina siempre podemos ver lo orgánico representado y proyectado.
La mano crea la herramienta primigenia, y esta a su vez nos permite crear eventualmente herramientas más complejas (instrumentos), los instrumentos nos permiten crear máquinas (por ejemplo la locomotora del ferrocarril) y el conjunto de máquinas se llaman sistemas artefactuales (el sistema ferroviario como un todo cerrado). De esta manera la secuencia queda:
Organismo → herramienta → instrumento → máquina → sistema artefactual
En la técnica todo tiene su relación causal y de tipo necesaria, por ejemplo, sin electricidad no se habría podido crear los circuitos eléctricos y sin estos a su vez no habría sido posible la fabricación de computadores, por ende, vemos como lo más simple va sirviendo de peldaño para el siguiente desarrollo técnico, el cual es progresivo y mediante él el hombre es capaz de lograr la autoconciencia. Esto es posible porque Kapp sostiene que mediante sus propias creaciones el hombre se conoce a sí mismo, en tanto que estas no son más que la proyección de su propio cuerpo u órganos y también de su interioridad (deseos, afectos, voluntad en general).
Empero, una posible crítica a la tesis organológica es afirmar que una cosa es que la mano sea precondición de la creación técnica, y otra muy distinta es que sea una prolongación, lo cual supondría un continuo entre artefactos y órganos. Esto se puede apreciar en el hecho de que la técnica tiene reglas de evolución determinadas netamente por el hombre, mientras que la evolución de los organismos no está sometida a este designio (Cf. García de la Huerta, 1990, 57). Por tanto son distintos y no podría sostenerse dicha continuidad.
A simple vista se pudiera inferir que en la tesis de Kapp, se concibe al animal como idéntico a la máquina, lo cual sería un error, puesto que este entendimiento se aleja precisamente de la noción cartesiana de corte mecanicista (que piensa la racionalidad orgánica como racionalidad mecánica). Por el contrario, el animal es más que una máquina, más que un autómata animado, debido a que el movimiento del organismo es siempre libre, en oposición al movimiento mecánico que siempre es coaccionado.
La técnica no necesita conocimiento científico previo para su elaboración, como pensaba Descartes y la tradición moderna. Esta independencia de la técnica respecto de la ciencia queda de manifiesto con una pequeña revisión a la sucesión histórica, puesto que el hombre desde que es hombre ha fabricado herramientas, en cambio fue necesario que llegara el siglo XVI para que el conocimiento se sistematizara de manera tal que se diera cabida a lo que hoy conocemos como ciencia. El horno del alquimista funcionó, aunque su conocimiento no fuera ni universal ni apodíctico. El viento y el agua siempre estuvieron ahí, luego vinieron los molinos y posteriormente el conocimiento científico de las fuerzas eólica e hidráulica4.
Cuando nos encontramos dentro del ámbito de la técnica, es preferible hablar de progreso antes que evolución, puesto que confundir ambos conceptos nos llevaría a confundir la historia de la técnica con la historia natural. La historia natural se escribe en el plasma germinal y de la historia de la técnica y su capacidad inventiva a quedado registro escrito (Cf. García de la Huerta, 1990, 57). A pesar de que la técnica es para Kapp la continuación de la naturaleza, estas son distintas y claramente diferenciables, además en la evolución la incapacidad de adaptabilidad al medio produce la muerte o extinción, mientras que en la técnica esto no ocurre necesariamente, sino que más bien termina con el desuso de los artefactos obsoletos; “los productos del ingenio así como son perfectibles por medio de la inventiva y multiplicables por el trabajo, son también desechables y reemplazables” (García de la Huerta, 1990, 207). La relación entre la selección natural y la presión selectiva a la que son sometidos los objetos técnicos es solo analogía. Para García de la Huerta “la línea de sucesivas transformaciones técnicas tienden a ser ascendentes. No se cambia el hacha de hierro por la de piedra ni el automóvil por la berlina, sino al revés” (García de la Huerta, 1990, 56). Esta idea está sustentada en el hecho de que quien prescinde de algún avance técnico corre el riesgo que en el futuro este pueda ser usado en contra suyo.
Gracias a la técnica el hombre se encuentra cada vez menos sometido a las leyes de la naturaleza, en tanto que a medida que la primera progresa, la segunda parece retroceder. Esto es, que la técnica permite salvar los obstáculos que impone el medio, el hombre ya no se encuentra circunscrito a su entorno inmediato ni tampoco al determinismo estructural (el hombre no está determinado por su conformación física), puesto que mediante la técnica puede volar, sumergirse a profundidades marinas inimaginables, etc., aprovechando las reglas de la naturales para sus fines, como por ejemplo lo sería el conocimiento y posterior utilización de la ley de gravedad para poder emprender el vuelo con artefactos voladores.
Para concluir cabe señalar que en la teoría de la proyección orgánica de Ernest Kapp, no habría un extrañamiento con respecto al medio (al mundo o la naturaleza), puesto que para este ingeniero alemán la técnica no cumpliría la tarea de hacer el mundo más soportable o cómodo, puesto que el hombre se sentiría cómodo de por sí en el mundo, sólo busca mediante la técnica la optimización de su cuerpo y sus fuerzas proyectadas en los instrumentos y herramientas. El ser humano no sería extraño a su medio ambiente y la técnica no sería sino el medio para lograr una simbiosis entre ambos
Publicado el 30 Enero 2011 por Diego Céspedes López

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