Tras la Segunda Guerra Mundial, Indonesia se independizó del dominio colonial que durante 3 siglos habían mantenido los holandeses. A este dominio le siguió el gobierno autoritario de Achmed Sukarno, un político nacionalista que como tantos otros de la época esperaba poder mantenerse en el poder, sin alinearse con ninguno de los dos bandos enfrentados de la Guerra Fría. El auge de diversos movimientos populares y el gran interés geoestratégico del país, lo llevaron a ser derrocado en un golpe de horribles consecuencias.
George Kennan, el planificador de planificadores, escribía en 1948 que “…el problema principal de Indonesia” es “el tema más esencial del momento en nuestra lucha contra el Kremlin. Indonesia es el ancla de esa cadena de islas que se extienden desde Hokkaido hasta Sumatra y que deberíamos desarrollar como fuerza de ataque político – económico contra el comunismo” y “zona de base” para futuras acciones en el este.
La dialéctica empleada por Kennan iba a convertirse en la punta de lanza del ‘modus operandi’ a seguir cuando EEUU deseaba hacerse con el control directo o indirecto de una determinada región del planeta. La primera de estas acciones, sería el uso de una gran propaganda interna destinada a convencer a las élites políticas, económicas y militares sobre el inminente peligro que corría la “democracia” y la económia sino se tomaban acciones drásticas. Kennan y otros ideólogos sabían que como antaño, no se puede convencer a quien se desea si el pretexto escogido no es lo suficiente y convincentemente dramático.
Sukarno gobernaba Indonesia. EEUU toleraba a este dirigente nacionalista que no se comprometía con el bloque capitalista, porque entre otras cosas, el mismo Sukarno y el ejército aplastaron movimientos populares que tras las salida de los holandeses, exigían una reforma agraria.
El Partido Comunista de Indonesia (PKI) apoyaba dicha reforma y por ello en 1948, la cabeza del partido en la región de Madium fue desarticulada junto con el encarcelamiento de 36.000 personas. A pesar de las políticas nacionalistas y conservadoras de Sukarno, este mantenía su compromiso de no alineamiento y neutralidad.
Desde Estados Unidos se veía en la actitud de Sukarno, una serie de políticas “blandas” contra los movimientos populares de masas que ganaban cada vez mas partidarios y que por tanto eran vistos con una gran preocupación por los planificadores e ideológos estratégicos estadounidenses.
A resultas de estas políticas y de la nula existencia de partidos conservadores en Indonesia (salvo el del propio Sukarno), la CIA comenzó en secreto a financiar a partidos políticos de derechas desde 1950. En 1957-58 se produjo un intento de golpe de Estado con el respaldo de EEUU que fracaso.
En este punto, EEUU cambió de estrategia y aprobó la ejecución de unas políticas que desembocarían en el golpe de Estado definitivo y en el genocidio de cientos de miles de personas. Estas políticas consistieron (al igual que sucedió en otros países como Chile o Irán tras la salida del Shah del poder) en iniciar un programa de ayuda y cooperación militar. Universidades y empresas estadounidenses se unieron muy gustosas en la aplicación de estas nuevas políticas.
brutal cuerpo militar de élite llamado Kopassus, el equivalente a los Boinas Verdes americanosIndonesia desarrolló gracias a estos programas de formación y cooperación militar estadounidenses, un . Según varias agencias internacionales de derechos humanos, Kopassus ha sido el responsable durante las últimas décadas de cientos, quizá miles de asesinatos políticos, torturas y todo tipo de acciones violentas de “contrainsurgencia”.
Guy Parker, era un personaje que participaba activamente en la elaboración de las políticas estadounidenses a través de la corporación RAND y de la misma CIA. En un estudio realizado en 1962, Parket instaba a sus contactos en el ejército indonesio a que “cumplieran una misión” y “barrieran su casa hasta dejarla limpia”. Un año después otro alto funcionario de la CIA, William Kintner afirmó que “si el PKI es capaz de mantener su existencia legal y la influencia soviética sigue creciendo, es posible que Indonesia pueda ser el primer país del sudeste asiático que sea tomado por un gobierno comunista de base popular y legalmente elegido…”. En unas líneas más adelante, Kintner expresaba que “…con ayuda de Occidente, los dirigentes políticos asiáticos libres, junto con los militares, deben no sólo mantenerse en sus puestos y gestionar, sino también realizar reformas y seguir avanzando mientras liquidan a los ejércitos políticos y de guerrilla del enemigo”. [1]
En un memorándum de la RAND de 1964, el mismo Parker tenía dudas acerca de la consecución de los planes fijados, debido principalmente a la confianza depositada en los grupos que respaldaban. Parker avisa que estos grupos “probablemente carecerían de la actitud implacable que hizo posible que los nazis reprimieran al Partido Comunista de Alemania….”. Continuaba expresando que los grupos políticos y militares respaldados, “son más débiles que los nazis, no sólo en número y en apoyo popular, sino también en cuanto a su unidad, disciplina y liderazgo”. [2]
Así pues, tenemos a un alto responsable de política exterior estadounidense, temiendo que los planes que han trazado, se encuentren con problemas para su ejecución porque los grupos políticos y militares que respaldan no son tan brutales como los nazis. No era la primera vez que planificadores, ideólogos y funcionarios de la CIA y del ejército elogiaban los métodos de los nazis y los copiaban en sus guerras de baja intensidad. Tiempo atrás, agentes de la inteligencia militar estadounidense elogiaron ante Reinhard Gehlen (antiguo director de espionaje con Hitler en el frente oriental), los manuales de “contrainsurgencia” que la Werhmacht utilizó con gran éxito y extrema crueldad en los territorios ocupados.
Con todo, las objeciones de Parker no se materializaron y el comienzo del “cambio de régimen” se dió inicio con un supuesto intento de golpe de estado el 30 de septiembre de 1965, durante el cual seis generales indonesios fueron secuestrados, torturados y asesinados. Este hecho sirvió como pretexto para que el general pro americano Suharto, se hiciera con el poder y comenzara uno de los mayores y menos conocidos genocidios de la segunda mitad del siglo XX.
Cientos de miles de personas, principalmente campesinos sin tierras fueron masacrados. El PKI desapareció del mapa. La propia CIA estimaba en su momento, que 250.000 personas fueron asesinadas. El responsable del sistema de seguridad estatal de Indonesia calculó que la cifra podía superar el millón mientras que Amnistía Internacional indicó una cantidad que también superaba el millón de asesinados. Además 750.000 personas fueron arrestadas, según cifras oficiales, sin juicio previo durante años en condiciones más que lamentables.
Fue precisamente el asesinato de los generales indonesios, lo que precipito estos acontecimientos como reconoció el propio Parker. Los asesinatos causaron “la reacción implacable que yo no había previsto un año antes y tuvo como resultado la muerte de un gran número de mandos comunistas”. Todo parece indicar a que el secuestro, tortura y asesinato de los generales se enmarcaba dentro de una operación negra destinada a catalizar el proceso de “cambio de régimen” y eliminación de la oposición mediante el pretexto de dichos secuestros y asesinatos.
Los liberales medios de comunicación estadounidense se declararon encantados con la nueva situación. En 1966, el Times y su corresponsal Max Frankel describió la situación en términos de que en aquellos momentos se podía “salvar Indonesia de lo que parecía ser un movimiento inevitable hacia una toma de poder pacífica desde dentro”, una “bomba de relojería desactivada, el partido comunista de indonesia”. El U.S News & World Report también se mostró entusiasta a través de uno de sus artículos, “Indonesia, Esperanza.. donde antes no la había”. En el mismo se destaca como “ahora los indonesios pueden hablar y debatir libremente, sin temor a ser denunciados y encarcelados”. Otro medio exultante, Time, mostró “Las mejores noticias desde hace mucho tiempo para Occidente en la Asia” a través de un artículo de cinco páginas y seis fotografías titulado “Venganza con una sonrisa”, en el que se contaba el “baño de sangre que casi sin que nadie se diera cuenta se llevó a 400.000 vidas”. [3]
A pesar de reconocer semejante calamidad, el Time sentenciaba que el régimen militar era “escrupulosamente constitucional”. El New York Times no podía ser menos y en uno de sus memorables artículos sobre el tema, “Un rayo de luz en Asia”, escrito por James Reston, confirmaba su entusiasmo por “la salvaje transformación de Indochina de una política pro-china bajo Sukarno a una política desafiantemente anticomunista bajo el general Suharto.” Reston destacaba la importancia que los indonesios podían ahora volver a “ver películas americanas”.
Finalmente, el país quedó en las manos “apropiadas” y listo para que sus bastas riquezas naturales (petroleo, minerales, caucho, madera, ….) pasaran a formar parte del esquema neocolonial estadounidense al mismo tiempo que se creaban nuevas élites económicas, políticas y militares que asegurarían mediante su corrupción, que el país nunca pudiera convertirse en un competidor regional y al mismo tiempo aportara las materias primas necesarias a la “metrópoli”.
Indonesia se hizo mundialmente famosa a finales del siglo XX cuando su economía colapso literalmente victima de la rapacidad de las élites resultantes del golpe de Estado de 1964, que con la “ayuda” del Banco Mundial y el FMI, llevaron a convertir uno de los países más ricos de toda Asia en uno de los más pobres del mundo.
FUENTES
- [1], [2], [3] Año 501, la conquista continua. Noam Chomsky
- Documental “Indonesia – 50 Años de Dictadura
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