Todas las
encuestas daban por inhundible al Titanic. Entendámonos: las encuestas en la
modalidad que tenían en 1912, cuando era la ciencia positivista lo que asumía
la arrogancia que hoy tienen las encuestas, que heredan su espíritu. No se
puede, decía, hundir ese barco, nada puede con el Titanic. Aparece el Factor
Iceberg. ¡Las encuestas lo habían ignorado!. ¿A quien se le va ocurrir que un
maldito iceberg va a andar flotando por ahí y espanzurrará al Titanic?. En
suma, no todo es encuestable.
Fuente: La
historia desbocada de José Pablo Feinmann, página 216, Capital Intelectual.
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