
Toda novela de Raymond Chandler exhibe tipos duros, mujeres fatales, brillantes tramas, asesinatos encadenados y un sinfín más de actividades delictivas. Sin duda, son mimbres extensibles a casi todo el género negro, pero contienen, sin embargo, un componente único, aunque se ha intentado imitar hasta la saciedad: Marlowe. Eso es: su magnetismo, su acidez, su ironía. El detective, que narra todas las novelas en primera persona, no vacila en ser despiadado, incluso a veces brutal, pero su código moral es invariable en un solo punto: nadie podrá corromperlo. Fuera, en la ciudad, todo está, en cambio, corroído. El crimen es el espejo de la sociedad: muertes, robos, estafas, extorsiones. Y en esa sociedad es el dinero y la ambición por el poder lo que siempre está detrás, convirtiendo la moral y la dignidad en una simple moneda de cambio. Pero ahí está Marlowe, él solo, haciendo frente a un mundo en descomposición. Un hombre con una misión en la vida.
Chandler publicó siete novelas y dos relatos. Todos ellos recogidos en el volumen Todo Marlowe.
Comentarios
Publicar un comentario