Siempre es muy grato descubrir nuevos autores y
más en un género como la novela negra que tanto me apasiona.
Mi referente negro italiano es el gran
Andrea Camilleri de que he leído casi todas sus novelas protagonizadas
por Montalbano. Por eso no es de extraña que me lanzara apasionadamente a
leer “La primavera del comisario Ricciardi” de Maurizio de
Giovanni, y os he de decir que no me ha defraudado.
El comisario Ricciardi se creo una tarde de
2005 cuando Maurizio de Giovanni, hasta aquel entonces empleado de banca, se
presentó a un concurso de relatos que organizaba una cafetería. Todos los
participantes parecían absortos escribiendo mil y una aventuras, pero a de
Giovanni no se le ocurría ninguna. Se quedó mirando una pecera del local, y al
otro lado, una gitanilla le guiñó un ojo. Él se giró y comprobó que nadie había
visto el gesto de la gitanilla. Fue entonces cuando se preguntó: ¿Y qué es lo
peor que uno podría ver que los demás no captaran? Y se dijo: Pues un muerto
desvelando su última frase. Y así nació el comisario Ricciardi.
"[…] a Ricciardi no parecía
importarle su carrera. Sacerdote de la justicia más que funcionario estatal,
siempre consagrado a su trabajo; […] jamás cesaba su búsqueda febril de la
fuente del dolor que lo ahogaba.”
Las aventuras del comisario están situadas en el Nápoles de los años
30, y en palabras de su autor:
“novelo en la Nápoles de principios de
los años 30, porque aun no había policía científica y el análisis y la
investigación han de ir a la raíz, al sentimiento, a la pasión, algo
inicialmente positivo pero que se transforma en celos o, en envidia, y conduce
al crimen; ese itinerario es el que me interesa”
Y eso es lo que he encontrado en esta segunda
entrega tras El invierno del comisario Ricciardi. Una novela negra sin
artefactos, tranquila en su narración, paso a paso, pista a pista, utilizando
tan sólo el ingenio de los investigadores (Ricciardi y su compañero
Maione). Me ha hecho recordar a Camilleri y muchos ya lo designan como su
sucesor. Lo que no encontraréis son las ironías del viejo Andrea que tanto nos
hacen sonreír, ni la recreación de cuestiones de índole política, ni tampoco
utiliza la mafia como eje (y eso lo he agradecido mucho). Creo que el autor ha
querido marcar claramente una separación entre su novela y las novelas negras
italianas contemporáneas. Ha querido hacer un producto único. Y yo creo que lo
ha conseguido.
Ricciardi es un tipo solitario, un tanto
oscuro, falto de amor y de cariño. Pero la primavera puede hacer estragos hasta
en las rocas. El amor le ronda y no sabe si dar el paso o no por miedo a ser
rechazado. Diríamos que es una de las subtramas que le dan un valor añadido a la
general. Como también se lo da, en este caso, el desamor que sufre su compañero
Maione tras la perdida de su hijo Luca y el descubrimiento de una mujer
espectacular que hará desestabilizarse su corazón.
“Pero a él, Ricciardi […] no
le había tocado la posibilidad de elegir, debía caminar contra el viento,
arrollado por el último dolor pasajero de los muertos con los que se cruzaba. Y
hacer el trabajo que la muerte no había tenido tiempo de concluir.
O intentarlo al
menos.”
También merece una mención especial las bellas
descripciones de las calles del Nápoles de la época, y eso que yo no soy muy
amigo de ellas, pero aquí son del todo necesarias para poder introducirnos en la
historia y poder vivirla. Sin ellas la ubicación y la época de la novela no
tendría ningún sentido y de ahí que tenga un peso importante. A mi entender, el
autor sabe crear la atmosfera perfecta para que el lector puede tener la
sensación de pasear por el Nápoles de los años treinta y sobre todo, sabe
aprovecharla para su historia haciéndola creíble.
Ya he desvelado la característica principal de
Ricciardi: escucha las últimas palabras de los muertos. Pero que quede claro, no
habla con ellos, no dialoga, ni siquiera los interpreta, pero serán esas últimas
palabras las que pueden ayudar al comisario a resolver el caso. Creo que ahí la
grandeza de la propuesta del autor italiano. Es su gran valor añadido. Me ha
encantado que el escritor no nos canse con muertos y más muertos parlantes. Los
justos, bien seleccionados y en su lugar.
Y no he dicho nada de la trama general de la
novela, pero como sabéis pocas veces lo hago, pues para eso están las
sinopsis.
En definitiva, todo un agradable descubrimiento
para mí, enamorado como soy de la novela negra. Os recomiendo su lectura.
Yo estoy convencido que en el futuro seguiré
leyendo los nuevos casos del comisario Ricciardi.
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