La década de los 20 en Estados Unidos fue una época de gran cambio tras salir de la Primera Guerra Mundial. La reactivación iniciada en Estados Unidos abrió las puertas a una etapa expansiva de la economía mundial que propició un clima de euforia y ciega confianza en el sistema capitalista. Estados Unidos se convirtió en la locomotora de la economía mundial y el modelo de vida americano fue exportado por todo el mundo.
Este “American way of life” sedujo a los europeos, y cimentaba en el consumo individual de bienes, impulsado por la publicidad y sostenido por un crédito fácil y las ventas a plazos. Los espectáculos de masas, el interés por la alta costura, las nuevas corrientes musicales (jazz, charleston, blues) se convirtieron en objetos de consumo y alimentaron a toda una industria que hasta entonces no había sido significativa.
La América opulenta se reveló a los ojos de todo el mundo como el paradigma de las libertades, de las posibilidades de enriquecimiento y el bienestar. Los valores que la impulsaban eran los del éxito, la iniciativa y el esfuerzo individual. En cambio la pobreza y el fracaso fueron considerados signos de pereza, falta de inteligencia, debilidad e incompetencia.
La música se convierte en un bien de consumo inmediato, festivo, proceso al que ayuda la invención de elementos de transmisión como la radio, el fonógrafo o el cine musical. Jazz, boogie-boogie, charleston, foxtrot… son nuevas maneras de entender la música y el baile.Los espectáculos se suceden, en un intento desenfrenado por mostrar una alegría de vivir que parece contagiosa, donde lo frívolo y lo festivo ocupan un lugar de primer orden. El papel de la mujer en los bailes acentúa su sensualidad, reforzada con ropajes más ajustados, maquillajes exagerados, el uso de pantalones y el cigarrillo entre los labios. Las mujeres se empezaban a liberar de ciertas tareas domésticas y esto empezó a reflejarse también en el estilo de vida.
Como reflejo de los cambios que originó la I Guerra Mundial en la situación de la mujer europea, algunos sectores femeninos minoritarios de la elite y de sectores medios adoptaron actitudes y comportamientos que reñían con el ideal virginal y ascético de mujer. Se rebelaron tímidamente contra el papel de madres y esposas que se les había asignado. En un principio sus quejas apuntaron a mejorar su nivel educativo e intelectual. Querían que se les dejara de considerar como seres mentalmente inferiores, e incluso, para justificar sus reclamaciones, esgrimían el argumento de que “una mujer culta es mejor compañera del hombre que una ignorante”.
Y entonces surgieron las flappers. Mujeres que copiaron el estilo de vida libre de los hombres y que dejaron en shock a las viejas generaciones que vieron temblar los pilares decentes de la sociedad tradicional por su comportamiento inmoral en público y en privado. La actitud de estas nuevas jóvenes de los años 20 era de libertad hacia las prohibiciones de sus contrapartes masculinos. Las Gibson girls (dibujos de “pin-ups” de los años 1890) suelen considerarse como un precedente.
F. Scott Fitzgerald escribió sobre la figura de la mujer flapper y la enalteció hasta convertirla en icono de la mujer ideal, que debía ser “preciosa, de gustos caros y rondar los 19 años”.
Las flappers eran jóvenes urbanas, solteras de clase media que tenían un trabajo en la cambiante economía estadounidense, sobre todo como secretarias, operadoras telefónicas o vendedoras en las tiendas departamentales. Iban por las noches a clubs de jazz donde solían bailar de forma provocativa, fumaban cigarrillos con largas boquillas, aspiraban cocaína y tenían citas. Conducían motocicletas y coches (rápidos). Bebían alcohol abiertamente, un acto de desafío en un período de prohibición. Un ejemplo de ello es Clara Bow, uno de los referentes de mujer flapper en la película “It”.
Estas jóvenes tenían su propia jerga, con términos como “snugglepup”, que designaba a hombres que frecuentan reuniones o fiestas donde los participantes se besaban y acariciaban (petting parties) y “barney-mugging”. Su dialecto reflejaba la promiscuidad y sus hábitos: “I have to go see a man about a dog” a menudo significaba ir a comprar whisky; y “handcuff” o “manacle” quería decir un compromiso o anillo de boda. También tenían muchas formas de expresar su aprobación, tales como “That’s so Jake” o “That’s the bee’s knees”. La más popular era “the cat’s pajamas”. Otros términos eran empleados para los chanchullos de la época, tales como “speakeasy”, en el sentido de un lugar ilegal para obtener licor y “hooch” para describir la ilegalidad del alcohol.
Muchos términos que las flappers empleaban en los años 20′ existen todavía en el argot actual del inglés americano, como “big cheese” (gran queso), es decir, una persona importante; “to bump off” para referirse a un asesinato; y “baloney” en el sentido de absurdo.
Durante la década de 1920, las “flapper” creían en el derecho a vivir sus vidas libres de morales populares y convencionales restricciones de la era anterior, tal como tener que depender únicamente de sus maridos para el apoyo financiero y no poder votar o participar igualmente en la política. Para mostrar su desdén por los roles tradicionales otorgado a las mujeres, hablaban abiertamente sobre asuntos políticos, obtenían puestos de trabajo junto a los hombres y hacían alarde de sus espíritus independientes para que todos vieran.
Las flappers con su estilo de vida descorsetado y más parecido al de los hombres sí que proyectaban una nueva imagen de la mujer, pero no representaban lo que las feministas y los activistas por los derechos de la mujer les hubiera gustado, o sea, igualdad de oportunidades en el trabajo, igualdad de condiciones en el matrimonio y en la sociedad y un mayor respeto al pensamiento femenino. El objetivo de las flappers veinteañeras era pasárselo bien y seguir siendo mujer objeto, pero glamurosa. Así que aunque flapper fue un icono muy popular en los años 20 no representaba al estilo de vida de la mayoría sino sólo el de una minoría que se podía permitir lo caro, divertido y despreocupado.
Su estilo a la hora de vestir surgió, en gran medida, como resultado de los estilos musicales de jazz y la divulgación del baile que las acompañaban. Las flappers buscaban un aspecto masculino. Se popularizó un corte de pelo simétrico llamado bob cut, donde el flequillo es recto cayendo por encima de las cejas, y el largo puede tener una longitud cortado desde la altura de las mejillas o hasta los hombros, reduciéndose en la nuca de forma diagonal. Louise Brooks fue una de las primeras que llevó este estilo. Más tarde, fue sustituido por el corte Shingle bob (“corte tablilla”) o Eton crop. El primero se introdujo en 1924, muy parecido al bob cut pero más corto y sin flequillo, generalmente muy engominado para pegarlo lo máximo posible a la cabeza. El segundo, acreditado a Joséphine Baker, es reconocido por ser liso por la raíz y a la altura de las orejas lleno de rizos, muy popular en la década de los 20′ porque era ideal para llevar con sombreros Cloche. Las flapper se teñían el cabello de negro azabache o de rubio platino, y algunas veces, de rojo intenso, aunque no era tan popular por las supersticiones que había sobre las pelirrojas.
Aunque su forma de vestir fuese con vestidos amplios, eliminando casi cualquier forma femenina, las flappers no acabaron con los corsés, sino que los mejoraron a sus necesidades estéticas. Irónicamente, a pesar de su imagen provocadora, en vez de llevar los corsés para resaltar las curvas, reducir cintura, y marcar busto y cadera como se hacía hasta los años 20, las flappers usaban los corsés para moldear una figura sin formas, reduciendo pechos y caderas, dando una imagen más infantil, frágil y de efebo, que al mismo tiempo recordaba el aire varonil ya mencionado de las flappers. El corsé, que solía llegarles hasta el comienzo de la pierna, llevaba liguero para sujetar las medias de seda negra o blanca.
Las flappers llevaban (por encima de dichos corsés o a veces sin nada por debajo) vestidos vaporosos y con amplios escotes, dejando al descubierto los brazos, generalmente con cinturones colgando de la cintura para acentuar levemente el cuerpo menudo y esbelto entre las holgadas prendas. Las faldas tenían el corte justo por debajo de las rodillas hasta 1927, permitiendo un elegante y provocador vuelo que dejaba ver las rodillas considerablemente cuando una flapper bailaba o caminaba. Las flappers solían maquillarse las rodillas para que resaltasen cuando se mostrasen fugazmente en los movimientos de la falda.
Los accesorios se convirtieron en una parte muy importante del vestir. Por lo general consistía en piezas de joyas de Art Deco, con muchas capas de collares de perlas. Los guantes largos, los bolsos para la calle, sombreros, estolas de pelo, anillos, broches y zapatos con tacones imposibles son complementos que no podían faltar nunca en una flapper. Ésta era la forma de destacar y conseguir que los pocos hombres que quedaban en la ciudad tras la guerra se fijasen en ellas, era la manera de llamar su atención y conquistarlos.
Los sombreros Cloche eran también muy comunes entre las flappers. De copa hemisférica, cuerpo cilíndrico y pequeña ala recta con pliegue a un lado, estaba realizado por el entrecruzamiento de cintas de seda. Era más sencillo, práctico y permitía libertad a la hora de caminar. El fieltro era el material más usado ya que era el que mejor se adaptaba a la horma. Para el verano, los cloches se hacían de paja.
Pero tal vez, lo más escandaloso de las flappers, era el uso de maquillaje, limitado a las actrices y prostitutas en tiempos anteriores. Las flappers palidecían la piel con polvos de talco, resaltaban los labios con rojo carmín y los ojos con delineador negro.
A pesar de todo el escándalo generado por las flappers, se convirtieron en el centro de atención y el eje principal del mundo de la moda, y cada vez más, mujeres de todas las edades iban acuñando este estilo de vestir. La industria textil avanzaba muy rápido y los tejidos se abarataban, por lo que esto permitía a las mujeres de clases bajas poder seguir la moda de las clases altas gracias a la aparición de las primeras revistas de patronaje.
Poco a poco, lo que empezó considerándose como un comportamiento “descarado” y “loco” fue subiendo peldaños e instaurándose con solidez en la sociedad femenina Americana de postguerra. La mujer se incorporó al trabajo, consiguiendo emanciparse y liberarse de la opresión machista de la sociedad por esta razón sus trajes se vuelven sencillos para poder ir a trabajar y caminar rápido.
El ciclo expansivo de la vida desenfadada y el estilo de vida liberal de la sociedad y sobre todos de las flappers, fue interrumpido bruscamente a raíz de la crisis desencadenada por el hundimiento de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929, finalizando así la década de los “felices años veinte”.
Fuente: http://triangulomag.com/2013/11/25/las-flappers-o-la-vida-feliz-de-los-anos-20/
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