Raymond Chandler, más que un escritor de policiales

Raymond Chandler (Chicago, 1888-La Jolla, California, 1959) creció y fue educado en Irlanda e Inglaterra tras el divorcio de sus padres, aunque también estudió en Francia y Alemania. En 1907 se hizo súbdito británico aunque poco más tarde volvió a Estados Unidos. Participó en la Primera Guerra Mundial y regresó a Estados Unidos. En California, trabajó de empleado de banco, periodista, ejecutivo de una firma petrolera y guionista de Hollywood. Chandler no comenzó a publicar hasta relativamente tarde. Con 51 años crea a Philip Marlowe, al que ya nunca abandonaría, convirtiéndole en uno de los novelistas más famosos de Estados Unidos y, por supuesto, de los más adaptados en Hollywood.
Toda novela de Raymond Chandler exhibe tipos duros, mujeres fatales, brillantes tramas, asesinatos encadenados y un sinfín más de actividades delictivas. Sin duda, son mimbres extensibles a casi todo el género negro, pero contienen, sin embargo, un componente único, aunque se ha intentado imitar hasta la saciedad: Marlowe. Eso es: su magnetismo, su acidez, su ironía. El detective, que narra todas las novelas en primera persona, no vacila en ser despiadado, incluso a veces brutal, pero su código moral es invariable en un solo punto: nadie podrá corromperlo. Fuera, en la ciudad, todo está, en cambio, corroído. El crimen es el espejo de la sociedad: muertes, robos, estafas, extorsiones. Y en esa sociedad es el dinero y la ambición por el poder lo que siempre está detrás, convirtiendo la moral y la dignidad en una simple moneda de cambio. Pero ahí está Marlowe, él solo, haciendo frente a un mundo en descomposición. Un hombre con una misión en la vida.
Chandler publicó siete novelas y dos relatos. Todos ellos recogidos en el volumen Todo Marlowe.

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